A través de Culturearte conocimos la historia de Alejandro Méndez, cocinero y copropietario de la Arrocería Cachivaches, que no es otra que la de un sueño cumplido.

Su vocación fue algo tardía ya que como él mismo relató, “con 18 años no sabía hacer ni un huevo frito”; un cambio de ruta en su vida le llevó a descubrir la que con el tiempo sería su gran pasión: la cocina.

Se formó en restauración, trabajó en San Sebastián en escuela propia de cocina tradicional y en diversos restaurantes de renombre, hasta que en 2009 se decidió emprender junto a su hermano.

Una aventura que conjuga la pasión por la cocina, con el emprendimiento y la solidaridad.

Como bien dice “la pasión no debe ser una obsesión” y por eso en su proyecto está muy presente la dignificación de la hostelería. Hay que “mandar con cabeza”, cuidar de las personas, del equipo, es una de las claves del éxito.

Ese cambio en su forma de mandar es hoy su mayor orgullo al igual que poder enseñar a otros y organizar eventos solidarios. Da cursos en Cáritas, ofreciendo trabajo a los más aventajados y colabora con asociaciones como Raiolas y Down Lugo entre otras.

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